La crisis climática y los derechos humanos: una perspectiva ciudadana - Climate Crisis and human rights: a citizen perspective

Hace dos años, asistí a un taller sobre derechos humanos y ambiente dictado por el defensor y especialista Alejandro Álvarez Iragorry y recuerdo que todo el interés que tenía por el tema ambiental tomó un nuevo giro. Desde esa vez, mi perspectiva como ciudadana del mundo cambió y decidí convertirme en activista.

Durante siglos, la interacción que ha tenido la especie humana con la naturaleza ha generado una serie de impactos, en su mayoría negativos, que repercuten en los ciclos de la Tierra, en el equilibrio de los ecosistemas, la biodiversidad y en las sociedades. Actividades industriales como la quema de combustibles fósiles, la deforestación, la minería y la agricultura emiten constantemente gases contaminantes hacia la atmosfera acelerando cambios en los ciclos de la Tierra. Siempre he pensado que estas interacciones se han gestionado bajo hábitos de producción y consumo masivo que buscan satisfacer las necesidades y demandas de la humanidad, pero que también se ha inspirado en las ansias de poder y dominio de estados, empresas e instituciones que han desencadenado una serie de efectos influyentes sobre el equilibrio del planeta.

Hemos visto aumento de las temperaturas, cambios climáticos, pérdida de biodiversidad y aumento en el nivel del mar como algunas de las consecuencias de la emergencia climática que vivimos actualmente. Es importante recordar que las repercusiones de la crisis climática no pueden evaluarse desde una situación aislada, sino que debe verse desde una perspectiva integral que considere los aspectos económicos y sociales. De acuerdo al reporte “Clima Seguro”, (2019), el calentamiento global ya tiene impactos negativos sobre miles de millones de personas; interactuando con la pobreza, los conflictos y el agotamiento de los recursos y promoviendo la violación al derecho a la vida, a la salud, a la vivienda, a la comida, al agua y su saneamiento, y a un ambiente sano.

Estas problemáticas ambientales no son ajenas a Venezuela. Por una parte, durante los últimos años el Estado se ha encargado de desarrollar actividades colosales fundamentadas en la explotación de recursos minerales como lo es el Arco Minero del Orinoco. El AMO afecta directa e indirectamente la biodiversidad y ecosistemas de la zona y las comunidades indígenas que allí habitan. (Weffer, López & Pineda, 2017).  Además, también se ha demostrado un desinterés por evaluar los impactos ambientales que resultan de la actividad petrolera. Es evidente como la ineficiencia en términos de mantenimiento y control de la industria ha significado un costo ambiental para las cuencas hidrográficas del país donde cada año se registran derrames de crudos, afectando de forma ambiental, social y económica al país. Sumado a esto, las sociedades se han visto reprimidas ante la falta de políticas ambientales que aseguren el bienestar del ambiente, la negligencia en el sistema judicial y las constantes violaciones de derechos que han impuesto a su vez una crisis humanitaria en el país.

No obstante, Venezuela también se ha visto afectada por la crisis climática actual presentando variaciones y desequilibrios en toda su geografía. Recuerdo que Carlos Peláez durante el conversatorio “Cambio Climático en Venezuela” (2019) indicó que se espera un aumento de 4°C en la temperatura de Venezuela y que las precipitaciones han disminuido en un 10%. Helena Carpio (2018) denunció que de los cinco glaciares existentes en Venezuela solo queda uno: el de Pico Humboldt, el cual se derrite aceleradamente. Incluso algunas problemáticas ambientales que amenazan a la Tierra e influyen sobre el cambio climático han llegado a las costas venezolanas. Lo sé porque durante los viajes de trabajo social que he realizado a la costa de Vargas los pescadores me han confesado la presencia de plásticos en los pescados de la zona que llegan a la mesa de estas comunidades.

La verdad no es muy difícil empezar a unir puntos en este acertijo de problemas. Cuando empezamos a buscar el efecto dominó encontramos que los derechos humanos, y en este caso los de los venezolanos, son vulnerables ante las problemáticas ambientales y quienes inciden en ellas. Las vulnerabilidades ante la sequía ocasionada por leves precipitaciones y el aumento de la temperatura suponen riesgos en la seguridad alimentaria afectando la producción de alimentos y aumentando aún más la crisis alimentaria del país. En el caso de las inundaciones esperadas por el aumento del nivel del mar, cientos de personas se verán afectadas al perder sus hogares. En Venezuela, de acuerdo a un artículo publicado por la revista Nature (2019) zonas del Zulia y el Delta serán los principales estados afectados por estas inundaciones. Por su parte, los efectos de la actividad minera y la industria petrolera también se traducen en riesgos de contaminación hídrica, impactos en la calidad del aire, enfermedades como la malnutrición, malaria, cáncer, entre otros y la explotación humana.

Podría seguir enumerando problemas ambientales que representan la violación de los derechos humanos; después de todo, es un hecho que no debe refutarse. Por eso debemos interesarnos más en nuestro papel como ciudadanos en el ámbito ambiental e informarnos sobre lo que sucede para crear cambios personales y exigir políticas ambientales que mitiguen los efectos del cambio climático y defiendan nuestros derechos humanos.

            La salud del planeta es el reflejo del estado de la humanidad y si algo nos ha llevado a enfrentar una crisis climática es la avaricia, el desinterés y el egoísmo. Definitivamente, todas las partes (Estado, empresas, instituciones y sociedad civil) deben fomentar la empatía, la responsabilidad y la coherencia para tomar acciones climáticas en conjunto que respeten los derechos humanos.


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Two years ago, I attended a workshop on human rights and the environment dictated by the defender and specialist Alejandro Álvarez Iragorry and I remember that all the interest I had in the environmental issue took a new turn. Since that time, my perspective as a citizen of the world changed and I decided to become an activist.

     For centuries, the interaction that the humanity had with nature has generated a series of impacts, mostly negative, that had an effect on the cycles of the Earth, on the balance of ecosystems, biodiversity and societies. Industrial activities such as the burning of fossil fuels, deforestation, mining and agriculture constantly emit polluting gases into the atmosphere, accelerating changes in the Earth's system. I have always thought that these interactions have been managed under habits of mass production and consumption that seek to meet the needs and demands of humanity, but also what has been inspired by the desire for power and dominance of states, companies and institutions that have triggered a series of influential effects on the planet's balance.

    We have seen rising temperatures, climatic changes, loss of biodiversity and rising sea levels as some of the consequences of the climate emergency we are currently experiencing. It is important to remember the repercussions of the climate crisis that cannot be assessed from an isolated situation, but rather must be viewed from an integral perspective that considers economic and social aspects. According to the “Safe Climate” report (2019), global warming already has negative damages on millions of people; interacting with poverty, conflict and resource depletion and promoting the violation of the right to life, health, housing, food, water and sanitation, and a healthy environment.

    These environmental problems are not foreign to Venezuela. On one side, during the last years, the State has been in charge of developing colossal activities based on the exploitation of mineral resources such as the Mining Arc. The AMO directly and indirectly affects the biodiversity and ecosystems of the area and the indigenous communities that live there. (Weffer, López and Pineda, 2017). In addition, there has also been a lack of interest due to the evaluation of the environmental impacts that oil activity has detected. It is evident that the inefficiency in terms of maintenance and control of the industry has an environmental cost for the river basins of the country where oil spills are recorded every year, affecting the country in an environmental, social and economic way. In addition to this, societies have been repressed in the absence of environmental policies that ensure the well-being of the environment, negligence in the judicial system and the constant violations of rights that have in turn imposed a humanitarian crisis in the country.

     However, Venezuela has also been affected by the current climate crisis presenting variations and imbalances throughout its geography. I remember that Carlos Peláez during his presentation “Climate Change in Venezuela” (2019) said that is expected an increase of 4 ° C in the temperature of Venezuela and rainfall has decreased by 10%. Helena Carpio (2018) denounced that of the five glaciers affected in Venezuela, only one remains: Humboldt Peak, which melts rapidly. Also some environmental problems that threaten the Earth and influence climate change have reached the Venezuelan coast. I know this because during the social work trips that I've made to the coast of Vargas, the fishermen confessed to me the presence of plastics in the fish of the area that reached the table of these communities.

    The truth is that it's not very difficult to start joining points in this problem riddle. When we begin to look for the domino effect we find that human rights, and in this case Venezuelans, are vulnerable to environmental problems and those who influence them. Vulnerabilities to drought caused by rainfall and temperature rise pose risks to food security that affects food production and further increases the country's food crisis. In the case of the floods expected by rising sea levels, hundreds of people will be affected by losing their homes. In Venezuela, according to an article published by the journal Nature (2019) zones of Zulia and the Delta will be the main states affected by these floods. For its part, the effects of mining activity and the oil industry also translate into risks of water pollution, damage to air quality, diseases such as malnutrition, malaria, cancer, among others and human exploitation.

     I could continue listing environmental problems that represent the violation of human rights; After all, it is a fact that should not be refuted. That is why we should be more interested in our role as citizens in the environmental field and inform ourselves about what is happening to create personal changes and demand environmental policies that mitigate the effects of climate change and defend our human rights.

    The health of the planet is the reflection of the state of humanity and if something has led us to face a climate crisis is greed, selflessness and selfishness. Definitely, all parties (State, companies, institutions and civil society) must foster empathy, responsibility and coherence to take climate actions together in order to respect human rights.

Bibliografía

Carpio, H. (2018) El último glaciar de Venezuela. Prodavinci. Recuperado de: http://factor.prodavinci.com/elultimoglaciar/index.html

Kulp, S.A., Strauss, B.H. (2019) New elevation data triple estimates of global vulnerability to sea-level rise and coastal flooding. Nat Commun 10, 4844 (2019) doi:10.1038/s41467-019-12808-z. Recuperado de: https://www.nature.com/articles/s41467-019-12808-z#citeas

Peláez, C. (2019) Conversatorio: Cambio Climático en Venezuela. Caracas, Venezuela.

United Nations Human Rights Special Procedures. (2019) Safe Climate: A Report of the Special Rapporteur on Human Rights and the Environment. A/74/161. Recuperado de: http://srenvironment.org/report/a-safe-climate-human-rights-and-climate-change

Weffer, L; López, E. & Pineda, J. (2017) Arco Minero del Orinoco: crimen, corrupción y cianuro en Venezuela. Efecto Cocuyo. Recuperado de: https://arcominerodelorinoco.com/