Consumo circular: Extendiendo la vida útil de nuestro armario - Circular consumption: Extending the useful life of our wardrobe


La naturaleza no conoce de desperdicios aseguran Braungart y McDonough en su libro "De la cuna a la cuna". Una afirmación que nos asegura que todo es cíclico y que todo se conecta en nuestra planeta. La moda es parte de ese ciclo, no solo en tendencias, también en materia. El ritmo acelerado de consumo que  hemos venido desarrollando, ya sea por influencia de la sociedad o por impulso de la industria, ha convertido el mundo en un gran vertedero de basura. Nuestros armarios se han transformado en una amenaza para el planeta y nuestros hábitos de consumo lo han acompañado. Según a la UNECE, más del 85% de nuestra ropa termina en un vertedero - ropa que en su mayoría es sintética.

El impacto de los residuos textiles sobre la crisis climática es el resultado de convertir la moda en un producto desechable. Cuando una prenda llega al vertedero degrada los suelos, contamina las aguas y emite gases contaminantes. Cada uno de estos efectos, conllevan de una u otra forma al deterioro ambiental y promociona el cambio climático. En primer lugar, las prendas que llegan a un vertedero liberan metano. Este es un gas de efecto invernadero (GEI) - el proceso que retiene una parte de los rayos que entran a la Tierra en la atmósfera - y que calienta 21 veces más que el CO2. Cuando hay más GEI, la Tierra se calienta aún más y eso crea un desequilibrio en el funcionamiento de los océanos; el otro pulmón que nos da oxígeno y que además regula el clima. De igual manera, el plástico que compone nuestra ropa - fibras y tintes - realmente nunca se descompone, solo se fragmenta y se adentra en los suelos, alterando la composición de estos por los químicos causando una degradación. Nuestros suelos funcionan como una barrera que impide que el CO2 llegue a la atmósfera, pero, cuando se degrada, libera gases como el óxido nitroso y el mismo CO2, ambos GEI que potencian el aumento de temperaturas, la pérdida de biodiversidad y ecosistemas y el cambio climático.

Si bien, desechar una prenda también resulta en un desperdicio de recursos. Hemos acelerado nuestro consumo a tal ritmo que hemos duplicado la producción de prendas y estamos usándolas menos tiempo (WEFORUM). No obstante, aunque el trabajo de evitar los vertederos e incineradoras debe ser una labor en conjunto con regulaciones políticas, nuevas formas de diseño y nuevos modelos de recuperación, nosotros los consumidores también jugamos un papel importante para actuar a favor del planeta.

Aunque el trabajo de evitar los vertederos e incineradoras debe ser una labor en conjunto con regulaciones políticas, nuevas formas de diseño y nuevos modelos de recuperación, nosotros los consumidores también jugamos un papel importante a favor del planeta. Si bien, la circularidad se ha estudiado como una herramienta para alcanzar la sostenibilidad en todos sus niveles, pero hoy propongo aplicarlo desde el punto de vista del consumidor.

La circularidad se refiere a la valorarización de los materiales como incentivo de reutilización y regeneración, enfocándose en la adaptación como estrategia de trabajo para evitar la pérdida o fuga de las partes de estos materiales. En términos generales, la idea es no generar basura, ni agotar recursos. Como consumidores podemos inspirar nuestros hábitos para crear un consumo circular enfocado en tres principios:

1. Comprar pensando en versatilidad.
2. Mantener la pieza en uso.
3. Valorar y regenerar los recursos consumidos.

Así, la planificación de nuestras compras y la variedad de usos que le demos a una pieza, sumado al cuidado responsable y el valor económico, ambiental y social que propongamos invertir u otorgar a una pieza, promoverán un sistema de consumo pensado para evitar que más desechos lleguen a los vertederos y determinarán un patrón de consumo que invite a las marcas de moda a repensar sus modelos de trabajo con el fin de crear herramientas de acción climática.


Esta es mi propuesta resultante de la campaña #UnArmarioPorElClima.



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There is no such thing as waste in nature, Braungart and McDonough assure in their book "Cradle to cradle". An affirmation that assures us that everything is cyclical and that everything is connected on our planet. Fashion is part of that cycle, not only in trends, but also in matter. The accelerated rate of consumption that we have been developing, whether due to the influence of society or the impulse of the industry, has turned the world into a landfill. Our wardrobes have become a threat to the planet and our consumption patterns have join it. According to UNECE, more than 85% of our clothing ends up in a landfill - clothing that is mostly synthetic.

The impact of textile waste on the climate crisis is the result of turning fashion into a disposable product. When a garment reaches landfills, it degrades the soil, pollutes the water and emits polluting gases. Each of these effects, lead in one way or another to environmental degradation and promotes climate change. First, the garments that reach landfills release methane. This is a greenhouse gas (GHG) - Greenhouse effect is the process that retains through GHG part of the rays that enter Earth in the atmosphere - and that heats up 21 times more than CO2. When there is more GHG, the Earth warms up even more and that creates an imbalance in the functioning of the oceans; the other lung that gives us oxygen and that also regulates the climate. In the same way, the plastic from our clothes - fibers and dyes - never really decomposes, it only fragments and penetrates into the soil, altering its composition by chemicals causing degradation. Our soils function as a barrier that prevents CO2 from reaching the atmosphere, but, when it degrades, it releases gases such as nitrous oxide and CO2 itself, both GHGs that promote the increase in temperatures, the loss of biodiversity and ecosystems, and the climate change.

Discarding a garment also results in a waste of resources. We have accelerated our consumption at such a rate that we have doubled the production of garments and we are using them less time (WEFORUM). However, although the work of avoiding landfills and incinerators must be a team work with political regulations, new forms of design and new recovery models, we as consumers also play an important role in acting in favor of the planet. Thus, eventhough circularity has been studied as a tool to achieve sustainability at all levels, today I propose to apply it from the consumer's point of view.

Circularity refers to the valuation of materials as an incentive for reuse and regeneration, focusing on adaptation as a work strategy to avoid the loss or leakage of parts of these materials. In general terms, the idea is to avoid generate waste or to end with natural resources. As consumers we can inspire our habits to create a circular consumption focused on three principles:

1. Buy with versatility in mind.
2. Keep the garments in use.
3. Value and regenerate the resources consumed.

Thus, the planning of our purchases and the variety of uses that we give to a piece, added to responsible care and the economic, environmental and social value that we propose to invest or grant to a piece, will promote a consumption system designed to prevent more Waste reaches landfills and will determine a consumption pattern that invites fashion brands to rethink their working models in order to create tools for climate action.




#WardrobeForClimate

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